Redacción Flexiplán

Sisfemia: el síndrome del trabajador que nunca está satisfecho

29 julio, 2025HR Insights
La sisfemia o “síndrome de Sísifo” es una autoexigencia laboral extrema que impide disfrutar los logros y provoca agotamiento, ansiedad y deterioro del bienestar. Surge por culturas de alta productividad, perfeccionismo y falta de límites. Superarla requiere redefinir el éxito, poner límites, practicar autocuidado y buscar equilibrio entre trabajo y vida personal

¿Sientes que, por más que te esfuerces en el trabajo, nunca es suficiente? ¿Vives con la constante necesidad de mejorar tu productividad laboral? Estos son algunos de los síntomas que tiene la sisfemia, un fenómeno que cada vez es más común en entornos laborales altamente competitivos.

Este trastorno no siempre es reconocido clínicamente, pero de estar presente tiene consecuencias reales en la salud mental y en la calidad de vida de quienes lo padecen. Por ese motivo, vamos a explicarte cómo identificarlo y qué puedes hacer para no sufrir sus efectos.

¿Qué es la sisfemia y qué la produce?

La sisfemia es un patrón de comportamiento que se caracteriza por una exigencia profesional desmedida e insaciable.

Una persona que padece sisfemia se impone estándares altísimos, se autoexige constantemente y rara vez se siente satisfecha con los resultados alcanzados, no importa cuán exitosos hayan sido.

El término deriva del mito de Sísifo, el personaje condenado a empujar una piedra colina arriba por toda la eternidad. De ahí que también se le llame a este trastorno “síndrome de Sísifo”, ya que refleja esa sensación de esfuerzo permanente sin recompensa ni descanso.

En la práctica, la sisfemia se manifiesta como una necesidad compulsiva de trabajar más, rendir más y demostrar más. El problema es que no deja paso al disfrute del reconocimiento por los logros obtenidos.

Factores que desencadenan la sisfemia

Cada caso de sisfemia atiende a unas causas distintas, pero sí que se reconocen varios factores comunes que pueden detonar o intensificar este problema:

  • Cultura laboral orientada al rendimiento: las organizaciones que solo premian los resultados cuantificables fomentan sin quererlo que los empleados se exijan demasiado.
  • Reconocimiento externo como fuente principal de autoestima: de igual forma, cuando el valor personal se mide solo por los logros profesionales, se genera una necesidad constante de validación.
  • Modelos de productividad idealizada: las redes sociales y los discursos motivacionales también pueden alimentar la búsqueda infinita de productividad, haciendo creer erróneamente que descansar es sinónimo de fracasar.
  • Personalidad perfeccionista: las personas con tendencias al perfeccionismo laboral extremo suelen caer en la espiral de nunca sentirse satisfechas, lo que les obliga a exigirse aún más.
  • Falta de límites claros: entre la vida laboral y personal, lo cual favorece una mentalidad de conexión continua con el trabajo.

Hay que tener en cuenta que estos factores no son independientes, pueden aparecer combinados y derivar a un trastorno de insatisfacción laboral, una sensación crónica de que nada de lo que se hace es suficiente.

Cómo reconocer la sisfemia: síntomas y señales de alarma

Detectar la sisfemia en uno/a mismo/a no siempre es fácil, sobre todo porque muchos de sus síntomas pueden confundirse con una “alta motivación” o con una supuesta ética laboral impecable. Sin embargo, hay señales claras que no deben ignorarse:

  • Incapacidad de disfrutar los logros alcanzados.
  • Sensación constante de que se debería estar haciendo más.
  • Dificultad para descansar o desconectarse del trabajo sin culpa.
  • Pensamientos repetitivos sobre el rendimiento y la eficiencia.
  • Irritabilidad o ansiedad cuando se interrumpe el ritmo de trabajo.
  • Aislamiento social debido a la priorización absoluta del trabajo.
  • Descuido de necesidades personales básicas: sueño, alimentación, ocio.

Consecuencias en la salud mental y el rendimiento

Lo paradójico es que la sisfemia no conduce a un mayor rendimiento sostenido en el tiempo, más bien al contrario. Entre sus efectos, puede llegar a deteriorar la salud mental, emocional y física de cualquier trabajador/a, reduciendo su capacidad de concentración, creatividad y adaptación.

Este desgaste también afecta al entorno laboral: equipos con personas sisfémicas pueden promover climas tóxicos, competencia poco saludable y falta de colaboración.

Estrategias prácticas para combatir la sisfemia

Afrontar la sisfemia requiere, ante todo, tomar conciencia de su existencia y de sus efectos negativos. A partir de ahí, ya es posible aplicar una serie de estrategias concretas:

  • Redefinir el éxito personal: debe dejarse de asociar el éxito solo con el rendimiento, hay otros factores como el bienestar personal, las relaciones con otras personas o el crecimiento interno, que también son sinónimos de logros.
  • Establecer límites de trabajo claros: definir horarios, tiempos de desconexión y momentos de ocio innegociables.
  • Practicar la autocompasión: reconocer que no todo debe ser perfecto y que el error forma parte del proceso de aprendizaje.
  • Buscar apoyo psicológico: un/a terapeuta puede ayudar a identificar los patrones internos que motivan esta exigencia sin límites y ofrecer herramientas para modificarlos.
  • Implementar pausas conscientes: incluir micro descansos durante la jornada laboral, mejora la concentración y evita la fatiga.
  • Delegar tareas y confiar en otros: aceptar que no es necesario tener el control absoluto para que las cosas salgan bien.

Comunicación y límites: negociar tus necesidades en el trabajo

Uno de los pasos más importantes para frenar la sisfemia es aprender a exponer cuáles son realmente nuestras necesidades. Esto incluye hablar con claridad sobre los límites de cargalaboral, los plazos razonables y la necesidad de tiempos de descanso.

Muchas veces, las organizaciones no promueven estos espacios de diálogo, por lo que el/la trabajador/a debe tomar la iniciativa. La comunicación efectiva permite prevenir situaciones de abuso, sobrecarga y frustración acumulada.

Además, fomentar entornos de trabajo donde la vulnerabilidad y la honestidad sean posibles, ayuda a que más personas puedan hablar abiertamente sobre su experiencia sin temor a ser juzgadas.

Cultivar la resiliencia y el bienestar a largo plazo

Combatir la sisfemia no es un proceso inmediato. Se trata de una transformación profunda de la relación que tenemos con el trabajo, con el éxito y con nosotros/as mismos/as. Para lograr un equilibrio duradero, es fundamental desarrollar resiliencia emocional, es decir, la capacidad de adaptarse con flexibilidad a los cambios y desafíos, sin perder el eje personal.

Esto implica practicar hábitos de autocuidado de forma constante, ponerse metas realistas y conectar con actividades que generen sentido más allá del rendimiento. La creatividad, la conexión social, el descanso y el ocio también son fuentes válidas y necesarias de bienestar.

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